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¿Sabemos cuánto vale nuestra empresa?

Los empresarios pasamos años gestionando y midiendo nuestra empresa por todos lados: revisamos cuentas de explotación, informes comerciales, balances e informes financieros, evaluamos márgenes y rendimiento

Sin embargo, habitualmente no nos preguntamos:

  • ¿Cuánto vale mi empresa?

  • ¿Cuánto valía al principio y final de un periodo de tiempo concreto?

  • ¿Qué factores, además de los que gestionamos cada día, condicionan o potencian el valor de mi organización?

  • ¿Estoy tomando decisiones que puedan estar afectando negativamente al valor de mi empresa?

  • ¿Qué decisiones son esas?

Cuando compramos cualquier activo material o financiero, siempre hacemos las cuentas del rendimiento o pérdida conseguido en un periodo de tiempo más o menos largo (Valor de venta – Valor de compra y gastos inherentes al bien comprado). Pero, por el contrario, son puntuales las situaciones que provocan que un propietario de una pyme se pregunte seriamente el valor de su organización.

Motivos que despiertan más habitualmente la necesidad de valorar una empresa

Lo más común en las pymes es que esta necesidad se ponga de manifiesto en momentos como:

  • La organización está valorando seriamente la posibilidad de que entren o salgan socios del capital, situación que hace preciso establecer un valor de compañía para valorar las primas de acciones a liquidar a los socios salientes o exigir a los entrantes.

  • En muchas ocasiones, la falta de un relevo generacional en la empresa familiar provoca que la propiedad determine vender su empresa, pero ¿cómo y a qué precio hacerlo?

  • O incluso teniendo un relevo generacional se plantea la necesidad de planificar la sucesión y valorar tanto aspectos fiscales como patrimoniales: ¿qué dejo a los hijos implicados y no implicados en la empresa familiar? ¿Cómo valoro lo que entrego a los hijos implicados en la empresa?

  • Puede surgir la pregunta del valor presente y futuro de una pyme en el momento de evaluar inversiones y el porqué de estas.

  • O incluso en el momento de reflexionar cómo estamos diversificando nuestros riesgos e inversiones.

Valorar una empresa no es una tarea sencilla, y la respuesta a la pregunta no es de fácil acceso por factores como:

  • La complejidad de la organización.

  • La inexistencia de mercados y empresas equivalentes (nuestra empresa no tiene modelos idénticos con el que establecer criterios de comparación).

  • La dificultad técnica de valorar la empresa.

  • La convivencia de distintos criterios de valoración.

  • Dudas en los números reales de la empresa o la siempre extendida “contabilidad fiscal”.

Asimismo, si tienes una empresa y te planteas vender la totalidad o parte de tus participaciones, además de conocer cuánto vale tu negocio, tendrías que preguntarte también: ¿cuánto podría llegar a valer? O incluso, ¿es ahora el momento óptimo de vender?; ¿tengo a mi empresa en las mejores condiciones para su venta? Indudablemente, la respuesta a estas preguntas en un porcentaje alto de los casos es un NO.

Hay varios factores a tener en cuenta, pero uno de los más acusados y extendidos es la falta de planificación y poca experiencia con la que se gestionan estos proyectos. La venta de una empresa no debe plantearse como un proyecto a corto plazo, ni tampoco simple, sino que se tendría que enfocar de una manera profesionalizada y planificada para sacar el máximo potencial de la operación.

Arrojar un poco de luz al empresario en este sentido nos ha llevado a tomar la decisión de hacer un conjunto de publicaciones formativas, donde los seguidores de nuestro blog encuentren los contenidos didácticos e informaciones necesarias, para despejar muchas de las incógnitas que rodean a la valoración de las pymes y las operaciones de compra-venta de este tipo de organizaciones.


 
 
 

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